sábado, 17 de agosto de 2013

*PREPARACIÓN PARA EL PARTO EN MORENO*


*GRUPO DE PREPARACIÓN PARA EL PARTO EN MORENO*
ZONA OESTE DEL GRAN BUENOS AIRES

Encuentros semanales, destinado a mujeres gestantes.
Todos los jueves de 16:30 a 18:00 hs.
Comenzamos el jueves 5 de Septiembre.
Informes e inscripción:
15 5823 4337 - vivibriongos@yahoo.com.ar


viernes, 16 de agosto de 2013

Cómo hablar con tu hija sobre su cuerpo

Primer paso sobre cómo hablar con tu hija sobre su cuerpo: no hables con tu hija sobre su cuerpo, salvo para enseñarle cómo funciona.
No le digas nada si adelgaza. No le digas nada si engorda.
Si crees que tu hija tiene un cuerpo espectacular, no se lo digas. Aquí tienes algunas cosas que sí le puedes decir:
"¡Se te ve muy sana!" es una frase genial.
O también "¡Qué fuerte estás!"
"Se nota lo feliz que eres: ¡estás resplandeciente!"
O mejor todavía, hazle un cumplido sobre algo que no tenga nada que ver con su cuerpo.
Y tampoco digas nada sobre el cuerpo de otras mujeres. Nada. Ni una sola palabra, ni buena ni mala.
Enséñale a ser amable con los demás, pero también consigo misma.
Ni se te ocurra comentar cuánto odias tu cuerpo delante de tu hija ni hablar sobre tu nueva dieta. De hecho, no hagas dieta delante de ella. Compra y cocina productos saludables. Pero no digas nunca: "Voy a dejar de tomar carbohidratos durante algún tiempo". Tu hija no debe pensar que los carbohidratos son malos porque si te avergüenzas de lo que comes acabarás avergonzándote de ti misma.
Anima a tu hija a correr porque así se libera estrés. Anímala a subir montañas porque no hay un sitio mejor para explorar la espiritualidad que en la cima del mundo. Anímala a hacer surf o escalada o a montar en bici de montaña si son cosas que le dan miedo porque a veces es bueno enfrentarse a los temores.
Haz todo lo posible por que le guste el fútbol o el remo o el hockey porque el deporte le ayudará a ser una mejor líder y una mujer más segura de sí misma. Explícale que, independientemente de la edad que se tenga, el trabajo en equipo es siempre necesario. Nunca le hagas practicar un deporte que no le encante.
Demuéstrale a tu hija que las mujeres no necesitan a ningún hombre para cambiar los muebles de sitio.
Enseña a tu hija a cocinar verduras.
Enseña a tu hija a hacer pasteles de chocolate con mantequilla.
Pásale la receta de tu madre del roscón de reyes. Incúlcale tu pasión por el aire libre.
Quizás tanto tú como tu hija tengáis unos muslos o un tórax anchos, y pudiera resultaros fácil odiar estas partes del cuerpo. Ni se te ocurra. Dile a tu hija que con sus piernas puede correr un maratón si así lo desea, y que el tórax no es más que el armazón de unos pulmones fuertes y que si quiere, puede gritar, cantar y animar al mundo entero.
Recuérdale a tu hija que lo mejor que puede hacer con su cuerpo es usarlo como un vehículo para transportar su preciosa alma.

Este post apareció originalmente en hopeave.wordpress.com

sábado, 10 de agosto de 2013

*CRIANZA Y PUERPERIO EN MORENO*

:::GRUPO DE CRIANZA Y PUERPERIO EN MORENO:::
Martes de 16:00 a 17:30 hs.
Inscripción e Informes:
15 5823 4337 o vivibriongos@yahoo.com.ar

domingo, 28 de julio de 2013

♥CÍRCULO DE MUJERES EN LA REJA, MORENO♥

Co-creamos un espacio de luz e indagación.
Para honrar y venerar nuestros ciclos, saberes y misterios femeninos.
Encuentros quincenales.

TODAS BIENVENIDAS!!!


sábado, 27 de julio de 2013

Maternar en Tribu

Les presento esta genial revista que va por su edición Nro. 4!
Desde el Oeste del Gran Buenos Aires hacia todo el país, y el mundo!
Con ustedes....
Maternar En Tribu!

sábado, 18 de mayo de 2013

♥CÍRCULO DE MUJERES EN LA REJA, MORENO♥

Co-creamos un espacio de luz e indagación.
Para honrar y venerar nuestros ciclos, saberes y misterios femeninos.
Encuentros quincenales.

TODAS BIENVENIDAS!!!







martes, 8 de enero de 2013

Beneficios Físicos y Emocionales de la Lactancia Materna

Hoy en día, pareciera que hablar de “lactancia prolongada” significa hablar de un niño que mama más allá del año de vida. Pero sabemos que la edad del destete es una cuestión cultural. Investigaciones antropológicas evidencian que el destete natural y espontáneo en los seres humanos oscila entre los 2,5 y 7 años de vida y tanto la OMS como UNICEF recomiendan el amamantamiento hasta los dos años o más.

A pesar de ello, en los países occidentales nos seguimos escandalizando ante un niño que toma pecho en su segundo año de vida (más aún si se toma el atrevimiento de hacerlo en público).
Y muchas, muchísimas madres se ven en la disyuntiva de destetar a sus bebés, influenciadas por las presiones sociales de su entorno, y lo que es peor, por lo que les indican pediatras que poseen una pobre y des-actualizada formación en lactancia materna.
Extraído de Duérmete Hannibal



miércoles, 14 de noviembre de 2012

POR UN NACIMIENTO SIN VIOLENCIA

Este texto ha sido tomado del libro ¨La Forma Humana¨ de Alberto Díaz Goldfarb y Liliana Elsa Luque, Pluma y Papel Ediciones, 2001, Buenos Aires, Argentina.
Digitalizado por Germana Martin y Omar Pereira para Palabra Chamánica.
Aquí el link.

Frederick Leboyer nació en la primera década del siglo XX.
Médico obstetra francés, graduado en la Universidad de París. Recibió la llegada al mundo de más de diez mil bebés, observó y estudió las prácticas de parto en diferentes culturas. Esto lo lleva a formularse las siguientes preguntas:
¿Por qué un niño debe venir de la tranquila oscuridad de la madre a un tormento de luces brillantes?
¿Por qué debe un niño respirar por primera vez con miedo, colgando de su espina dorsal, cabeza abajo?
¿Por qué un niño debe ser inmediatamente separado de su madre si está durante nueve meses dentro de su cuerpo que lo contiene?
La publicación de su libro llamado ¨Por un nacimiento sin violencia¨, promueve una lenta, pero progresiva revolución, que insta a tener en cuenta el proceso del nacimiento desde el punto de vista del niño.
En la primera parte de esta obra, intenta, utilizando los símbolos del lenguaje de un modo un tanto poético e impactante, aproximarnos a la vivencia del nacimiento tal como la experimenta el bebé.
En la segunda, muestra en forma persuasiva cómo pequeños cambios en el modo de recibir a los bebés, tienen gran alcance para cambiar la calidad de vida del hombre, tanto física, emocional y espiritual.
El autor nos invita en su libro, a acercarnos al mágico momento del nacimiento del siguiente modo:


¨¿Decís que no habla el recién nacido?
Venid, contempladle.
¿Hacen falta más comentarios?
Esa frente trágica, ojos cerrados, cejas arqueadas, preñadas de dolor...
Esa boca herida por el llanto, esta cabeza levantada hacia atrás que pugna por escapar...
Esas manos, ora tendidas y suplicantes, luego a la cabeza, ese ademán de calamidad...
Esos piés que patalean furiosamente, esas piernas encogidas para proteger su frágil vientre...
Esta carne, presa de espasmos, sobresaltos, sacudidas...
¿No dice nada el recién nacido?
Es todo su ser el que nos grita, su cuerpo entero el que nos brama:
¨¡No me toques! ¡No me toques!¨
al mismo tiempo que implora, suplica:
¨¡No me abandones! ¡Por favor, ayúdame!¨
¿Existe otra llamada más desgarradora?
Y esta llamada que siempre ha lanzado el niño a su llegada, ¿quién la comprende, quién la escucha, quién simplemente le oye?
Nadie.
¿No hay aquí un gran misterio?
¿No habla el recién nacido?
No, no. Somos nosotros quienes no le escuchamos.¨...
(Leboyer, Frederick, ¨Por un nacimiento sin violencia, Ed. Daimon, Barcelona, España, 1974, pags. 17, 22 y 23)



Opina, al igual que como se dijo ya hace mucho tiempo, que nacer es sufrir y que el verdadero horror de nacer, es la intensidad, la inmensidad de la experiencia, su sofocante riqueza.
Contrario a quienes dicen que el recién nacido no siente nada, Leboyer expresa que el bebé lo siente todo.


¨Todo, absolutamente, sin elección, sin filtro, sin discriminación. La enorme marejada de sensaciones que le arrastra al nacimiento sobrepasa cuanto podamos imaginar los adultos. Es una experiencia sensorial tan amplia, que ni siquiera podemos concebirla. Los sentidos del recién nacido funcionan, ¡y de que manera! Poseen la agudeza, el frescor de la juventud. ¿Qué son nuestros sentidos comparados con los de un animal? Proporcionalmente, nuestra piel sería casi tan sensible como la de un cocodrilo o un rinoceronte.¨...
(Leboyer, Frederick, Op. cit., pág. 32)


Como las sensaciones no están aún organizadas en percepciones ligadas entre sí, se hacen más fuertes, más intolerables.
Contradice las teorías que expresan que el recién nacido no ve, que es ciego. Fundamenta que si ver es componer imágenes mentales partiendo de lo que captan los ojos, entonces el recién nacido no ve. Pero si ver es percibir la luz, entonces el bebé sí ve, y muy intensamente.


¨De pronto, ese pequeño ser de vista tan delicada, es expulsado de su caverna oscura. Sus ojos, expuestos a la cruda luz de la sala. El niño lanza su grito desgarrador. No es para menos. Acaban de quemar sus ojos.¨...
(Leboyer, Frederick, Op. cit., pág. 34)


¨¡Desdichada criatura, el recién nacido! Cierra los ojos... ¿de qué le sirve la frágil, la transparente barrera de sus párpados?
¿Ciego el recién nacido?
¡Cegado!¨...
(Leboyer, Frederick, Op. cit., pág. 35)


El recién nacido tiene la piel fina, casi sin epidermis, Leboyer compara la sensibilidad de este estado como a la de una quemadura.


¨El infierno es lo que atraviesa el niño para llegar hasta nosotros. Pues este fuego que asalta al bebé por todas partes, que abrasa su piel, quema sus ojos, esta lumbre, penetra en su interior hiriéndole con furia lo más profundo de sus carnes.
Ascuas, insufrible quemadura es la herida que el aire le produce al henchir sus pulmones. Los ojos del bebé son sensibles, su piel es sensible. Sus mucosas lo son mucho más todavía.
El aire que penetra y barre la tráquea, que despliega los alvéolos, causa el mismo efecto que un ácido vertido en una llaga.¨...
(Leboyer, Frederick, Op. cit., pág.38)


¨Mordido en sus entrañas, todo su ser agita.
Todo en él se estremece, se horroriza, se crispa.
Todo se cierra, rechaza, escupe.
Todo trata de enfrentarse al enemigo.
¡Y se produce el llanto!
El primer llanto que representa un hito, que celebra el comienzo de una nueva vida.
Este llanto es un ¡NO!, un vehemente reproche, una protesta del alma. Un sollozo desesperado como impotente, porque ¨es necesario¨.
Es necesario respirar una vez, y otra y otra. Y quemarse las entrañas más y más, y más.¨...
(Leboyer, Frederick, Op. cit., pág. 39)



El niño recién nacido, está loco de angustia, en un paroxismo de confusión y abatimiento, de aflicción. Cuando le toman de los piés, cabeza abajo, le invade un nuevo vértigo, nuevo horror; luego le ponen colirios en sus ojos y aunque se resista cerrándolos, el líquido abrasador llega lo mismo.
El temblor, el hipo, la fatiga no le desaparecen, ocurre entonces algo extraordinario:


¨... ahíto de lágrimas, de ahogos, de penas, el bebé se evade.
No se marcha lejos.
Sus piernas no le ayudan.
Pero se hunde en sí mismo.
Se repliega.
Se hace un ovillo,
se acurruca.
Flexiona los brazos, las piernas.
Recobra la posición fetal.
Simbólicamente se refugia en el útero.¨...
(Leboyer, Frederick, Op. cit., pág. 51)


¨Nacer es así.
Este es el suplicio, el calvario, el tormento de un inocente que no sabe hablar.
¡Creer que de un cataclismo así no va a quedar ningún vestigio!
¡Qué candidez, qué simpleza!
Por doquier veremos sus huellas en la piel, en los huesos, en el vientre, en la cabeza,
en la locura,
en nuestra enajenación, nuestras torturas; en la servidumbres nuestras,
en las leyendas, en las epopeyas
y en los grandes mitos.¨...
(Leboyer, Frederick, Op. cit., pág. 52)


Todo cuanto se ha dicho, es terrorífico, el autor expresa que somos los adultos quienes debemos aprender a recibir en mejores condiciones al recién nacido, por ejemplo, empezando con la vista, en la sala de parto, es innecesario tener reflectores, o por lo menos es innecesario en el momento mismo que el bebé está saliendo.
Resalta como importante:


- La penumbra, es lo ideal en este momento y es preferible que la madre descubra a su hijo, primero por el tacto, que sienta sus formas antes de verlo, que sienta la emoción de la carne en sus manos, no a través de su juicio mental, que abrace a su bebé antes de contemplarlo.


- Se debe hablar en susurros, sus oídos son sumamente sensibles, los ruidos los hieren fácilmente.


- Se debe estar ahí, dado que los adultos estamos siempre en otra parte, en otro momento, en el pasado o en un proyecto futuro, debemos lograr estar ahí, con una atención apasionada.


¨Al venir al mundo, el recién nacido cae en el reino de los opuestos, donde todo es bueno o malo, alegre o triste, agradable o desagradable, seco o mojado... Descubre entonces los contrarios, tan antagónicos como inseparables.
¿Cómo penetra el niño en este reino de los contrarios?
¿Mediante sus sentidos? No, esto se producirá más tarde.
El niño llega a este reino por su respiración. Al inspirar el aire por primera vez, pisa un umbral. Y lo franquea. Ha entrado.
Inspira. Y de esa inspiración nace su opuesto: la espiración.¨...
(Leboyer, Frederick, Op. cit., pág. 74)


El autor expresa que hasta ese momento la sangre circulaba por el cordón, ahora, se aventura hasta los pulmones. Al respirar, al oxigenar la sangre por sus propios medios, se afirma a sí mismo.
Al nacer, el niño es mantenido con el cordón mientras éste late, es así oxigenado por dos vías; mientras una va sustituyendo a la otra, el cordón, late con fuerza unos cuatro o cinco minutos. Oxigenado por este cordón, sin peligro de anoxia, el niño puede irse adaptando a la respiración pulmonar sin peligro y sin daño. El niño así, casi no llora, no es presa del pánico de verse privado de oxígeno. El niño grita, por el ardor del aire en los pulmones, generalmente se hace una pausa, sigue respirando por el cordón hasta que nuevamente lo intenta, vacilante, prudente, con frecuentes pausas, se toma su tiempo, porque respira por el cordón, y de la quemadura, soporta el tiempo que tolera.


¨Al nacer un niño ¿es preciso que grite?
Sin duda.
Mas el llanto, el sollozo, no están justificados.¨...
(Leboyer, Frederick, Op. cit., pág. 83)


Sólo entonces, cuando el cordón ha cesado de latir, se secciona. Cada bebé, posee ya su carácter, su personalidad:


¨Los hay que apenas salidos, se estiran audazmente, arquean el busto hacia atrás, con los brazos extendidos.
Son niños fuertes. Se instalan como reyes en su nuevo dominio. Su columna vertebral se endereza de repente, como un arco tendido con fuerza, al soltar la flecha.
Ocurre a veces, que turbados por la violencia del choque, asustados de su propia osadía, dan marcha atrás, se repliegan, se cierran.
Otros, hechos un ovillo al principio, van abriéndose progresivamente.
Abordan con prudencia su aventura.¨...
(Leboyer, Frederick, Op. cit., pág. 88)


¨La cabeza es mejor no tocarla. La tienen extremadamente sensible, puesto que ha jugado la peor parte en el infernal drama del nacimiento. Tuvo que abrirse camino con ella. El menor roce despertaría dolorosos recuerdos.¨...
(Leboyer, Frederick, Op. cit., pág. 92)


El autor opina que al nacer el niño debe ser colocado sobre el vientre de la madre, con la columna vertebral sin extender, de costado. La columna estuvo mucho tiempo doblada, debe enderezarse de a poco. Luego, debe ser llevado al agua, a 38 o 39 grados, a medida que el bebé se hunde, la pesantez se anula. El niño pierde otra vez el cuerpo que le abruma, ese cuerpo nuevo y su secuela de angustias.
Cuando el niño emerge, nuevamente le aguarda la gravedad. El peso de su propio cuerpo, y es posible que nuevamente se le introduzca, para que se vaya acostumbrando de a poco a todo lo nuevo.


¨Para evitarle el miedo al recién nacido es preciso irle desvelando el mundo con lentitud infinita, de un modo muy progresivo. Y no proporcionarle más sensaciones nuevas que aquellas que pueda soportar y asimilar.¨...
(Leboyer, Frederick, Op. cit., pág. 154)


¨Asimimo, cada niño nos llega con su temperamento, su carácter, su herencia y su destino.
Cada uno reacciona a su manera. Y es asombroso comprobar hasta que punto es único y diferente.
Pero lo cierto es que aún siendo cada uno único y diferente, todos los recién nacidos pasan por las mismas etapas que conducen de lo cerrado a lo abierto, del repliegue sobre sí mismo al contacto con el mundo.
Camino que cada bebé recorrerá a su manera.¨...
(Leboyer, Frederick, Op. cit., pág. 160)


¨Vivir es respirar libremente. No con el tórax solamente. Sino también con el vientre, con los flancos, con la espalda.¨...
(Leboyer, Frederick, Op. cit., pág. 163)


¨Para que todo viva y respire libremente se precisa un espinazo recto, una columna vertebral libre. Y ligera, dinámica, flexible.
¿Se ha dicho que los enfermos mentales son incapaces de efectuar una inspiración profunda?
Basta el menor bloqueo a lo largo de la columna vertebral, para que la respiración se altere, y con ella la vida.
Ahora bien. En el momento de nacer es cuando se organiza la respiración. Y sus futuros bloqueos.
Esta organización, esa estructura quedan selladas para siempre.¨...
(Leboyer, Frederick, Op. cit., pág. 164)

A partir de la divulgación de su libro, llega a Occidente una técnica de masaje para el bebé, hoy internacionalmente conocida bajo el nombre de Shantala.
Shantala es el nombre de una joven mamá que masajeaba naturalmente a su hijo en las calles de Kerala, una población ubicada al sur de la India. Frederick Leboyer, quedó impactado y maravillado frente a esta práctica y se dedicó a observarla detenida y respetuosamente.
Este masaje-caricia es un arte antiguo, simple y profundo; es mucho más simple que un masaje. Es un encuentro entre dos seres que se comunican a través de la mirada, del contacto y a través de las manos de quien lo imparte (habitualmente es la mamá o el papá). El bebé recibe así el alimento afectivo, ya que no sólo su panza necesita alimento, toda su piel, todo su ser está sediento de amor, de caricias.
Este masaje permite que la energía de la mamá y el bebé circulen, se intercambien y armonicen. El bebé así recupera aquellas primeras sensaciones que tenía dentro del vientre de su madre, ese movimiento que acariciaba su piel dándole paz y contención. Ahora, afuera de la panza, serán las manos de la madre las que le van a transmitir calor, seguridad, contención, ritmo, movimiento y energía. El masaje los ayudará a mantener la unión inicial.
Teniendo en cuenta que éste es un momento de unión y comunión muy especial, es importante crear condiciones adecuadas para el encuentro. El lugar deberá ser confortable y ventilado, puede ser una habitación cálida o en días templados al aire libre. Es conveniente un espacio silencioso y tranquilo ya que el diálogo se dará a través de la mirada, el tacto y la energía.
Es conveniente untarse las manos con un aceite natural, preferentemente vegetal antes de comenzar el masaje. La técnica es de una gran precisión y tiene una secuencia que es necesario respetar para descargar y luego armonizar todo el cuerpo del bebé. Es recomendable hacer seguir la sesión de Shantala de un baño, dejando al niño flotar; el agua completará el efecto placentero y relajante del masaje.


¨Lentamente aprenderemos a disfrutar del lenguaje del silencio. El silencio ayuda a la concentración y a aprender a comunicarse de otra manera. Al bebé le hablaremos todo el tiempo sin palabras, con las manos, con los ojos, con todo el ser. Hay que dejar que fluya ese lenguaje que será cada vez más íntimo, más profundo. Esto es algo que habitualmente nos cuesta ya que estamos acostumbrados a hablar con palabras pero a medida que ambos, mamá y bebé comparten este lenguaje de las caricias a través del masaje, las palabras se vuelven innecesarias y ambos disfrutan de las sesiones naturalmente en silencio.
Las manos suaves y ligeras al comienzo irán pasando lentamente la fuerza, sin hacer fuerza. Uno se transforma en un instrumento, un medio que deja pasar la energía con suavidad y firmeza, con una actitud distendida, abierta y atenta. Dejando las manos relajadas, cuanto más distendidas estemos, tanto mejor pasarán la fuerza y la ternura. Hacer una breve relajación, una respiración profunda que nos ayude a conectarnos con nuestro interior suele ser un buen comienzo.
El Shantala produce un clima especial en el ambiente, quien ha presenciado una sesión lo siente. El bebé ser relaja y la madre también. El encuentro entre las miradas, la sincronización de los ritmos mutuos, la sintonía que se produce no deja de maravillarme.
Siento que hay algo mágico en cada encuentro, como si el tiempo se detuviera a medida que el masaje se va haciendo más lento y profundo. Se vuelve fácticamente observable esa simbiosis, esa unión, esta unidad mamá-bebé, que tantos han descripto teóricamente.
La sensación es que la mamá y el bebé forman un todo, por unos minutos son un todo.
Es muy gratificante para mí transmitir este saber, ya que si bien estoy fuera de esta unión recibo una energía que distiende, que transmite una serena paz y alegría.
Quien lo da recibe también los beneficios del masaje. Por lo que habitualmente, tanto la madre como el bebé, terminan muy distendidos y calmos. Es una ida y vuelta.¨
(Villén Mariana, Revista Mamando)

martes, 30 de octubre de 2012

LO QUE HACEN LAS DOULAS… (Cuando parece que no hacen nada)

Las doulas somos mujeres conocedoras de los mundos sutiles femeninos, de lo que se mueve arriba y abajo, de los ciclos y las lunas, de las estaciones, del útero y su función, de la importancia de relajar y soltar... Somos conocedoras de la importancia de soltar (se), para abandonar el pasado y abrirse a lo desconocido que ha de llegar, p...
orque sabemos que el parto es ese momento justo de dejar morir el pasado para que nazca lo nuevo.

Somos conocedoras de lo antiguo, sabemos de la importancia del linaje femenino, de las abuelas, las bisabuelas y así hasta la primera mujer: Lilith, la portadora de los opuestos, de la luz y la sombra. Somos sabedoras de que eso es la maternidad: un claroscuro de luces, a veces brillantes y centelleantes y otras oscuras y húmedas. Conocemos el ‘Río bajo el Río’ que diría Pinkola. Y sabemos salir de él. Eso lo hemos aprendido. Y eso es lo que podemos mostrar: iluminar a nuestras mujeres ese camino por el cual nosotras ya hemos transitado.

Las doulas hemos recorrido un camino, un importante camino. Sabemos lo que es la entrega, la escucha, la mirada de aceptación, el tacto, el cariño, el no-juicio. Sabemos lo que es un parto, y sabemos el potencial ilimitado de crecimiento personal que esa experiencia puede llegar a ser. Eso lo sabemos muy bien pues lo hemos experimentado en nuestras propias carnes. Todas y cada una de nosotras tiene su(s) historia(s) de parto personal, la que le ha otorgado lo que es hoy.

Las doulas somos como las hadas, y los ángeles, aparecemos en el momento oportuno para cambiar una historia. Porque sabemos de la magia del vínculo y de las primeras horas, de preservar ese momento como si fuera oro. Y de la magia del pecho materno, alimento y consuelo, sin lugar a dudas, el mejor lugar. 

 La doula busca el fortalecimiento de los dones de la mujer a la que acompaña, no su sombra. Busca que ella se sienta (diosa) madre, le recuerda lo que ya lleva impregnado en sus células: que sabe parir y criar como lo hicieron todas las mujeres la precedieron. La doula le recuerda a la madre su conocimiento ancestral. Estamos ahí para eso: para ayudar a recordar, sólo eso. Somos un espejo donde queda reflejado un conocimiento ancestral.

Y además la doula, sabe de hierbas y de ungüentos, de especias y de cocina, de aceites y esencias, de pañales y mochilas, de protocolos de parto, de hospitales y ginecólogos, de libros y películas, de diosas y de terapias, de grupos de crianza, de webs y blogs, de grupos de madres, de escuelas libres, de homeshooling, de lactancia a demanda, de pediatras enrollados, de vacunas, de alimentación complementaria, de Facebook y Twitter, de baby led weaning, del concepto del continuum.............................................

Las doulas, en definitiva, sólo somos mujeres que acompañamos a las mujeres a gestar, parir y criar.
http://www.maternidad-consciente.blogspot.com.es/2012/10/lo-que-hacen-las-doulas-cuando-parece.html
 
Mònica Manso Benedicto
Doula
27 Octubre 2012, Barcelona.

 

jueves, 23 de agosto de 2012

Mujeres Hermosas (sabemos parir!)

Hermosas Mujeres

Muchas veces me pongo a pensar en cuál ha sido la razón por la cual estamos tan alejadas de poder relacionarnos con nuestros embarazos y partos de manera natural y fisiológica
Y se me vienen a la mente tantas historias leídas y tantas historias documentadas y también las historias que recibí de mis antepasadas transmitida de boca en boca y llegada a mí a través de mis abuelas y de mi madre, de mis tías y de la línea femenina de una misma….
Esas historias tienen que ver con la idea que dice que el parto es un momento de riesgo, que es un momento de vida o muerte, cuando en sí mismo es la expresión más acabada de la vida y no de la muerte!!! ¡La muerte es el final del camino y no el principio!

Me alarma esta quietud, esta resignación que tenemos en uno de los momentos de más creatividad y luminosidad que puede tener un ser, especialmente un ser femenino que ha tenido la honra de haber sido elegido para que se pueda producir en su cuerpo este proceso fabuloso que es el gestar un bebé en los adentros y poder sacarlo hacia afuera cuando es el momento justo y oportuno.

Ese don femenino, ha sido cuestionado repetidamente desde las estructuras patriarcales y desde las modernas estructuras que llamamos “adelantos científicos”, ya que desde la aparición de aquellos, los partos se han convertido en territorios de profesionales y han dejado de ser territorios femeninos.

El conjunto de mujeres, englobado en aquello que llamamos cultura, hemos sido llevadas mediante el convencimiento subliminal del mensaje académico, al paradigma dominante, cientificista y positivista, que dice que solas no podemos parir, que no sabemos parir, que parir es peligroso y que se necesita la asistencia de la ciencia y la tecnología. Que parir es doloroso, es un momento de sufrimiento que debemos pasar para luego premiarnos con el hijo amado… todos conceptos que refuerzan la idea de que la maternidad es una ofrenda que sumisamente debemos hacer al mundo para ser premiadas con el reconocimiento de la sociedad como seres valiosos (valiosos a partir del sufrimiento, la típica: “ahora sufrís pero te vas a ganar el cielo”…. ¡¡¡Patético!!!)
Entonces, allí vamos, vamos a parir asustadas, inseguras, pensando que tenemos que portarnos bien, que tenemos que aceptar lo que nos digan desde afuera aunque entre nuestras tripas nos resuene como raro, feo, equivocado…., ahí vamos, a parir con indicaciones, a parir con tiempos de reloj que nunca sabremos si son bienintencionados o son tiempos caprichosos que responden a las necesidades de los otros y no a las nuestras, vamos a parir con dolor, con soledad, con resignación.
Creemos que tenemos que pasar malos o incómodos momentos porque es para nuestro bien o para el bien del bebé, cosa que profundiza este concepto de que la madre debe ser un ser que se entrega al otro, que profundiza el concepto de la madre que se sacrifica, un concepto que después desde nuestros inconscientes trasladamos culposamente a nuestros hijos, terrible verdad y terribles consecuencias en la relación que establecemos con ellos…

Y así estamos, acostumbradas a todas estas cosas que de tanto repetirse, año, tras año, década tras década y durante mucho tiempo, hemos concluido que son lo natural, que así es y que es por eso que necesitamos tanto que nos conduzcan y protejan como a niñas indefensas, en esta parte de nuestras vidas donde deberíamos ser las más soberanamente dueñas de nosotras mismas.

Pero de a poco, se van escuchando nuevas voces, voces que cuestionan el orden establecido, voces que preguntan, que buscan…
¿Será porque estamos dejando atrás perversamente a la naturaleza?
¿Será porque el parto natural rodeado de hormonas del amor, es un hecho de la vida de la mujer que está casi en extinción?
¿Será porque los nacimientos del hombre son cada vez más medicalizados y más alejados de la fisiología?
¿Será porque todos los días nacen niños que antes que nada y como prioridad se los separa de sus madres con el fin de estudiarlos y asegurarse de que “están bien”, en vez de propiciar lo que biológicamente es lo mejor, que es estar en contacto inmediato y sostenido por su madre durante todo el tiempo y sin discontinuidad?
¿Será porque las familias se fusionan mejor cuando el apego y los sentimientos maternales y paternales son respetados y estimulados socialmente?
¿Será por esta y otras muchas más razones que hemos empezado a darnos cuanta que algo de toda esta modernidad NO ESTÁ BIEN?

No es lógico que la Creación del HOMBRE haya sido tan imperfecta, que se haya diseñado el cuerpo de las mujeres para ser cortado al parir.
Las mujeres no nacemos con un cierre en el abdomen para facilitar el parto.
Nuestras vaginas se adaptan al tamaño de nuestros hijos y sus cabecitas al tamaño de nuestras vaginas, no es necesario hacer episiotomías a granel.

No es lógico que los bebés se empecinen en querer nacer fuera de los límites del tiempo y que sean necesarias las cantidades siderales de inducciones por estar “pasado de fecha”
No tenemos un reloj tatuado en los pechos para saber cada cuanto hay que dar la teta ni por cuánto tiempo.
No es “racional” pensar que un bebé que recién aparece en el mundo de los ya nacidos sea tan manipulador que desarrolle habilidades como las de “tener caprichos” o “tomarnos el tiempo”, cuando llora por necesidad de estar al pecho de su madre.

¿Será porque nos dimos cuenta que estar embarazadas no constituye una enfermedad, y es por eso que no es necesario más intervenciones ni salvatajes?
¿Será que estamos dispuestas a recuperar el embarazo, el parto y la crianza como cosas que nos pasan a nosotras, las mujeres, a nuestros cuerpos, a nuestros órganos, a nuestros sentimientos, a nuestros deseos?
¿Será que queremos parir y que queremos sentir eso, sí, SENTIR?

Despertemos, mujeres, que Blancanieves después del beso del príncipe encantado, se la pasó fregando el castillo.
¡¡¡Recuperemos lo nuestro!!!

Lorena Ribot, La Plata, Buenos Aires, Argentina.
Extraído de http://www.facebook.com/#!/notes/vos-sabes/hermosas-mujeres/299873766786434
                                                                                                                              

jueves, 16 de agosto de 2012

El embarazo como el mega estadio sexual de los cuerpos

de Maria Llopis - autora del libro "el postporno era eso"

La práctica ginecológica actual trata a la mujer como un mero recipiente que aloja el feto en gestación. La mujer es infantilizada y se le niega el derecho a vivir su embarazo de forma plena, es decir, se le niega el estadio sexual en el que se encuentra. El embarazo es una fase crucial en la sexualidad femenina, y como tal debe ser tratado. Una amplia mayoría de las mujeres que han estado embarazadas afirman que su deseo sexual durante esta época se potenció hasta niveles que nunca antes habían experimentado.

Existen mujeres que han tenido orgasmos durante el parto y mujeres que se corren mientras dan de mamar. El embarazo, el parto y la crianza son estadios sexuales. Negarlos supone una pérdida de nuestro potencial sexual. La ginecología actual y la sociedad en la que vivimos niega de forma rotunda la sexualidad de la mujer, reduce esta al coito con fin reproductivo, ya que cuando queda embarazada, se considera que su sexualidad ya no es importante ni pertinente.

Las relaciones sexuales son prohibidas por los ginecólogos de forma sistemática en el embarazo al menor contratiempo, obviándose que la mayoría de las mujeres sienten unos fuertes deseos de mantener relaciones sexuales durante este estadio. Al mismo tiempo, no existen pruebas científicas que demuestren que sea negativo para la gestación mantener relaciones sexuales. Sólo la penetración genital profunda puede afectar al cuello del útero y consecuentemente causar problemas, pero tampoco está probado que una penetración dentro de los límites de la lógica, sin dolor ni violencia, pueda ser problemático.

Prácticas sexuales como el fisting, en el que se introduce el puño en la vagina o ano, serían de gran ayuda para potenciar la dilatación del canal vaginal y tener así un parto más fácil y rápido. Los ginecólogos deberían recomendar estas prácticas en vez de reprimir la sexualidad de la mujer. Es el orden patriarcal ginecológico el que se interpone entre las mujeres y sus orgasmos.

La activista canadiense Nicole Pino imparte talleres sobre partos orgásmicos en los que explica (a través de su propia experiencia) como con las condiciones adecuadas es posible tener no ya un orgasmo al dar a luz, si no un mega orgasmo, el orgasmo de tu vida. Como nos dice Casilda Rodrigáñez en sus libros La Represión del deseo materno y la génesis del estado de sumisión inconsciente, El Asalto al Hades y La Sexualidad y el funcionamiento de la dominación, un parto puede compararse a un polvo. Un polvo con miedo, con ignorancia sobre tu cuerpo, con pautas impuestas a través de la violencia patriarcal, puede ser una violación y puede consecuentemente ser una experiencia en extremo dolorosa y desagradable. Sin embargo un polvo como tú quieres y con quien tú quieres, puede ser una experiencia de placer extremo. Ambas son polvos, pero no tienen nada que ver, uno es el placer y otro es el dolor. Con los partos estaríamos hablando de lo mismo. Hay dos tipos de partos, los dolorosos y los placenteros. Todo depende de las circunstancias.

Desvinculamos el embarazo, el parto y la crianza de nuestra sexualidad, como si estas fueran meras funciones mecánicas que nuestros cuerpos realizan como quien hace la digestión, ajenas al placer sexual.

La teórica Catherine Blackledge en su libro Historia de la Vagina nos habla de como el orgasmo tiene una función específica en la sexualidad de la mujer además de proporcionar placer: facilitar la fecundación. Mediante las contracciones que se producen en el útero, en la vagina y en el ano, el esperma es sacudido y absorbido para que pueda entrar a través de la cérvix en el útero y fecundar el óvulo.

También nos habla de Aecio de Amida, el médico del emperador bizantino Justiniano, quien señalaba que el temblor del útero durante el coito era un signo inequívoco de embarazo. Cuando me quedé embarazada, lo supe al instante. Sentí un temblor en el útero que me causaba un pacer intenso y desconocido hasta el momento. Y no necesitaba haber leído a Blackledge para saber que algo estaba pasando ahí dentro. La ginecología actual obvia que la mujer pueda saber el momento en el que se ha quedado embarazada.

Todos nuestros problemas en torno a nuestros orgasmos, nuestros partos, en suma en torno a nuestro placer y nuestros cuerpos, vienen de la ignorancia a la que somos condenadas en relación a nuestro potencial sexual. Es una violación sistemática de nuestros cuerpos legitimada por el orden hetero patriarcal.

lunes, 5 de diciembre de 2011

En busca del pesebre perfecto

Extraído de Saraillamas

Hace días me he embarcado en la búsqueda del pesebre perfecto. Hace años que había abandonado la práctica de montar el Belén en casa. Y ahora, después de convertirme en madre, la verdad es que lo veo con diferentes ojos.


La mayoría de imágenes de la Virgen María con el Niño tradicionales ahora me resultan extrañas, frías, incapaces de comunicar lo que realmente ha acontecido.


Después de ver la película de Io sono con te del director italiano Guido Chiesa (a los que sepáis algo de italiano os la recomiendo vivamente) y de investigar aquí y allá, he descubierto que en la historia de María, José y el Niño Jesús hay algo que a simple vista no se puede ver. Nos revela algo que va mucho más allá del plano religioso. Nos transmite un mensaje histórico, humano, sagrado y profano al mismo tiempo: el mensaje no es otro que el de una mujer que da a luz a su hijo, sin ser molestada, con recogimiento, en soledad, naturalmente.

Es lo que nos muestra el genio de Caravaggio en su obra “La adoración de los pastores”, la cual ilustra este post. El pintor italiano ha comprendido perfectamente este mensaje: uno de los aspectos más importantes de esta gran representación es que el pequeño Jesús, recién nacido, en lugar de estar expuesto al público en el pesebre (tal y como viene representado según la tradición popular en la mayoría de Natividades), se encuentra en los brazos de su madre, a la cual observa con admiración. Y esa adoración es recíproca. Podemos observar ese enamoramiento mutuo que adviene en el momento del nacimiento, si no se sufren interrupciones, si no se mide, si no se visita, si no se habla, si no se molesta a la madre o al niño.


La luz no ilumina la imagen divina del Niño, sino que ayuda a ensalzar el contacto y la mirada entre la madre y su hijo recién nacido.


María viene representada como una mujer que acaba de dar a luz, agotada, casi acostada en el suelo, abandonada al amor más absoluto y, a su lado, un simple saco con pocas cosas, aquellas necesarias y nada más.


No eran necesarias, y no sirven ni siquiera actualmente, cunas, cochecitos, sillitas de paseo, etc.

Seguir leyendo esta nota aquí.

lunes, 9 de mayo de 2011

DE PARTOS CON PARTERAS.

LA PARTERÍA SE BASA EN LA CREENCIA DE QUE EL PROCESO DEL NACIMIENTO EN EL SER HUMANO FORMA PARTE DE LA NATURALEZA...

Marsden Wagner, Ex director del departamento Materno-Infantil de la OMS.

El parto ha sido siempre parte del mundo de la mujer. Y siempre ha habido parteras para asistir a las mujeres en el parto.

(...) Desde el principio, las parteras han desarrollado un papel central en el mundo femenino, no sólo con actos que van mas allá de la atención a la maternidad, sino incluso actos que abarcan mucho mas que el cuidado de la salud.

(...) Las parteras han comprendido siempre que la mujer en el trance del parto debía permanecer en el centro con la partera que la asistía a su lado, no sólo controlando el proceso de su parto, sino también aportando una gran dosis de
apoyo social y psicológico.

Sin embargo, los hombres necesitan estar en el centro y controlar y manejar todo lo que ocurre a su alrededor. En consecuencia, los obstetras de hoy controlan el parto y podemos encontrar, por ejemplo, la situación extrema: el manejo “activo” del parto en donde “activo” significa que el doctor desarrolla un papel activo y la mujer de parto es de todo menos activa, puesto que se encuentra totalmente despojada del control de su propio parto.

La partería se basa en la creencia de que el proceso del nacimiento en el ser humano forma parte de la naturaleza y que, claramente, ha evolucionado durante millones de años. Las parteras creen que la mayoría de las mujeres son capaces de dar a luz con apoyo y un mínimo de asistencia.

Sin embargo, los hombres confían en las máquinas, no en los cuerpos de las mujeres. Uno de los aspectos fundamentales es la espera en calma y en alerta, con consciencia. Esto no forma parte del mundo masculino y ha sido sustituido por la ansiosa necesidad de “hacer algo” de los que atienden el parto, preferiblemente con máquinas.

(...)Los médicos han sustituido a las parteras en los partos de bajo riesgo sólo para que la ciencia probara que las parteras resultan mas seguras.

(...) Las parteras siempre han entendido que el nacimiento forma parte de la vida y como la vida, no posee garantías.

(...) ¿Quién atenderá los partos de bajo riesgo? Partería. Una investigación científica considerable ha probado 4 importantes ventajas de la partería independiente:

· las parteras resultan más seguras en los casos de partos de bajo riesgo,
· realizan menos intervenciones innecesarias,
· resultan más baratas y proporcionan una mayor satisfacción.


El estudio mas esclarecedor acerca de la seguridad de un parto asistido por parteras publicado en 1998, examinaba todos los partos en EEUU, unos 4 millones de nacimientos. En comparación con los partos atendidos por galenos, los partos asistidos por parteras daban como resultado una mortalidad infantil un 19% mas baja, una mortalidad neonatal un 33% menor y un índice de bajo peso al nacer un 31% mas bajo.

Después de revisar la amplia evidencia de la seguridad de las comadronas, un artículo recientemente publicado en una revista obstétrica concluía: la búsqueda de literatura científica fracasa a la hora de encontrar un solo estudio que demuestre peores resultados con parteras que con médicos en mujeres de bajo riesgo. La evidencia demuestra que la atención primaria que proporcionan las parteras es tanto o mas segura incluso que los cuidados de los médicos.

La EVIDENCIA CIENTÍFICA muestra que, en comparación con los partos atendidos por médicos, los atendidos por parteras presentan según las estadísticas muchas menos amniotomías (rotura de la bolsa provocada), mucho menos uso de fluídos o medicación intravenosa, menos monitorización fetal electrónica de rutina, menos uso de narcóticos, menos uso de anestesia, incluído el bloqueo peridural para el dolor del parto, menos inducción y aceleración del parto, menos episiotomías, menos forceps, menos extracciones por ventosas, menos cesáreas y mas partos vaginales después de
cesáreas.

viernes, 15 de abril de 2011

EN BRAZOS: la importancia del contacto físico y del apego

Biberones, chupetes, cochecitos, cómodos sillones regulables, adaptadores para el auto y la bicicleta, cunas transportables, desarmables, sofisticados accesorios con sonidos, colores, formas…sin duda alguna la industria ha diseñado todo tipo de implementos para transportar, alimentar, dormir, entretener y estimular a nuestros bebés. En unas pocas décadas se nos han vuelto necesarios, imprescindibles. Se han ligado indisolublemente a la imagen del bebé sano y feliz. De algún extraño modo hemos conseguido que hoy, un bebé que no usa chupete, que toma el pecho o va en brazos de su madre sea la excepción y no la norma. Es tan inusual, que quienes optan por una crianza con apego y con respeto por las necesidades de los bebés, se ven amenazados por toda clase de teorías y condenas que aseguran que su hijo no está sano y que, de no intervenir a tiempo, las consecuencias serán muy graves. Brazos, ¿hasta cuándo? La mayoría de los bebés comienzan a andar alrededor de los 12 meses de vida. Dan unos pocos pasitos y la familia contenta celebra que “ya camina”. Sin embargo, pasarán aún un largo par de años hasta que este niño que hoy a tientas logra mantenerse unos segundos en pie, pueda caminar sin perder el equilibrio, correr, sostenerse en un solo pie, retroceder, detenerse de pronto. De modo que caminar, lo que se dice caminar, es algo que se aprende completamente pasados los 3 años de vida. A pesar de esto, todos sabemos que aún luego de esa edad, los niños se cansan con gran facilidad y piden brazos. O sea que desde el aspecto físico, los niños necesitan ser cargados en brazos por lo menos para trasladarse de un lado hacia otro hasta que estén en condiciones plenas de hacerlos por sí mismos. En la práctica, nuestros hijos piden brazos por muchos otros motivos además del que acabamos de mencionar: al estar cansados, con sueño, cuando se lastiman, se asustan, se intimidan, se cansan de mirar el mundo a la altura de rodillas y patas de las mesas, e incluso por motivos que sólo ellos conocen. En estos casos, nunca falta una tía (con las mejores intenciones, claro), una suegra, una vecina o incluso una perfecta desconocida, que se siente en el deber de alertarnos: “lo vas a malcriar”. Esta sentencia abre varias cuestiones que podemos analizar. La primera de ellas es la creencia de que estar en brazos es algo que no debe ocurrir, y desde luego NUNCA en una “buena” crianza. Es algo malo, que se hace para darles el gusto a los hijos, y parece imposible que para los papás resulte placentero o lo disfruten. Otra cuestión interesante es la idea de que si le das algo a tu hijo que le gusta, luego nunca dejará de pedirlo. Parecería que los bebés fueran adictos en potencia, que una vez que satisfacen sus necesidades con algo, no podrán dejar de pedir más. Personalmente, no he visto niños con problemas para dejar el cochecito o la sillita del auto cuando están maduros para ello. Y tampoco niños de 10 años pidiendo ser alzados en brazos. En algún momento de la evolución, simplemente dejan de pedir lo que ya no necesitan. Las edades que tomamos como referencia para el desarrollo de nuestros hijos, están puestas de un modo arbitrario y no coinciden con la realidad por mucho que intentemos forzarlos. Otro mensaje que se desliza en estas sentencias es que el niño no necesita estar en brazos, lo pide sólo para molestar, o por capricho, o porque nos “tomó el tiempo”. Evolutivamente, un niño de tan corta edad, no tiene capacidad de elucubrar un plan tan especulativo, ni puede aprender el concepto de tomar ventaja, de aprovecharse de los demás. Las cosas para ellos son más simples: me siento cansado, triste, inseguro, y busco refugio en el lugar que me da más tranquilidad, junto al corazoncito de mamá, entre sus brazos, acurrucado. La intención es clara y sencilla: pido aquello que necesito”. “Un aspecto fuerte dentro de quienes desaprueban el contacto estrecho con los bebés o la satisfacción de sus necesidades, es el fantasma de la dependencia que le generará al bebé estar en brazos, tomar teta, compartir la cama con sus papás, etc. Veamos un poco de dónde surge esta idea. El apego Esta dependencia de la que venimos hablando, tiene un nombre en la literatura psicoanalítica, se llama apego. El apego es la capacidad de formar y mantener relaciones. Como el ser humano vive en comunidades y es interdependiente de los otros seres humanos, es importante que aprenda desde pequeño a establecer lazos con los otros, y para preservar la especie, éstos deben ser estrechos y estables. Estos lazos otorgan bienestar, seguridad, consuelo, placer… Y la amenaza de pérdida del objeto al cual nos hallamos apegados, provoca ansiedad, angustia, temor. La primera relación de apego que desarrollamos luego de nacer, es aquella que se da con nuestra madre. En el momento del parto, mamá y bebé segregan hormonas –opiáceos- que les facilitan –en condiciones de intimidad y contacto físico- este sentimiento de dependencia mutua, de fusión que ambos necesitan. En condiciones naturales, una mamá que acaba de parir, abrazará a su bebé, ambos se mirarán a los ojos, emitirán sonidos, ella comenzará a acariciarlo suavemente, primero por las extremidades, y luego de a poco se estrecharán e intentarán mantener este contacto piel con piel durante todo el tiempo que les sea posible. La madre no puede dejar de mirar a su bebé con los ojos bien abiertos, le hablará con un tono de voz agudo pero de baja intensidad, con una gran sonrisa, y en pocos instantes este bebé estará listo para reconocer el olor de su madre de entre muchos otros olores, para diferenciar su voz, y se calmará mucho más rápidamente si es acunado por ella y no por otra persona. Durante estas dos primeras horas de vida, el bebé estará en un estado de alerta máximo que no volverá a repetirse hasta que hayan pasado algunos meses. Será incluso capaz de imitar expresiones del rostro de una persona que establezca un contacto visual directo con él a una distancia desde donde pueda verlo. Todo está preparado hormonalmente para que esta mamá y este bebé se enamoren el uno del otro, y desarrollen una fuerte dependencia mutua. Sin embargo, en la gran mayoría de los casos, estas primeras horas son utilizadas para realizar los primeros controles del recién nacido, a cargo de extraños, rodeados de estímulos luminosos, sonoros, y también dolorosos e invasivos. Todos ellos evitables o por lo menos, postergables. Naturalmente, tanto si se produjo esta separación como si no, mamá y bebé querrán estar juntos, reencontrarse, reconocerse, estrecharse y mantenerse muy cerca el uno del otro. Ese bebé que hasta hace unas horas era parte del cuerpo de otra persona, cuyo cuerpo estaba en contacto con un líquido tibio, con sonidos y movimientos, se encuentra perdido en una cuna, lejos de todo lo conocido y por ello llorará intentando recuperar aquellas sensaciones reconfortantes. Esta relación primera, será el modelo sobre el cual se edificarán todas las posteriores relaciones del niño. Si cada vez que necesitó consuelo lo obtuvo, si cada vez que necesitó a su madre la encontró, si sus necesidades de afecto y cobijo fueron atendidas, será un modelo que quedará incorporado como reasegurador, confiable, y cuando llegue el momento de comenzar a independizarse, siempre le resultará mucho más fácil si sabe que ante cualquier ansiedad o angustia, mamá estuvo allí”. La cultura del desapego El apego y el desapego son pautas culturales. En aquellas culturas que funcionan comunitariamente, se necesita criar a los niños de modo que sean solidarios, capaces de compartir, generosos, para que puedan priorizar el bien común del grupo. En culturas como la nuestra, se necesita que los niños sean independientes, y que aprendan a autoabastecerse, porque al llegar a adultos, importará la competitividad, el individualismo, el éxito personal y el poder. Por eso se necesita comenzar desde temprano. Separar a los bebés de sus madres precozmente, que aprendan rápidamente a sostener su biberón para que quienes lo cuidan no tengan que estar tan atentos; que se adapten a las canguro o a las guarderías sin llorar; que duerman solos toda la noche; que jueguen sin compañía; que dejen rápido los pañales; que se queden a dormir en casas de parientes o amigos, etc. Desde luego que estos requerimientos están pensados desde un mundo adulto que necesita rápidamente volver a la “normalidad”, hacer de cuenta que “aquí no ha pasado nada”, y amoldar a este bebé al ritmo de vida que tenía la casa antes de su llegada. Si pudiéramos relatar en primera persona un día en la vida de un bebé, teniendo en cuenta que sus necesidades básicas incluyen brazos gran parte del día, teta a demanda y presencia materna constante, comprobaríamos sorprendentemente que la mayor parte del tiempo, estas personitas de escasas semanas de vida-o incluso días-, postergan o renuncian a sus necesidades para hacernos el favor de permitirnos continuar con nuestra vida adulta: duermen solos en su cunita una o dos horas, se quedan en la guardería, aceptan un trozo de silicona –sin duda una mala imitación del pezón de mamá- para succionar, y nos esperan durante horas mientras hacemos nuestros quehaceres, o cumplimos con nuestra jornada laboral. Algunas mujeres sienten una gran preocupación por retomar su vida social, su silueta, sus actividades recreativas, su vida amorosa, y para esto es necesario que el bebé se esté quietecito, que duerma mucho, que no llore, que juegue solito y que se relacione con cualquier persona que esté dispuesta a quedarse a su lado. Esto es lo que se espera de un bebé casi desde las primeras semanas de vida. Si entendemos esto como “criar”, por supuesto que cargar al bebé en brazos, amamantarlo, dormir en la misma cama con él y satisfacer sus necesidades, será “malcriarlo”. Porque una vez que se ha dormido plácidamente en los brazos de mamá, y se ha abierto un ojo entre sueños y ella sigue estando allí, y al abrir la boca se encontró con su pecho dispuesto a cobijarlo y así se ha pasado todo el día, es lógico, comprensible y hasta esperable, que ningún bebé quiera conformarse con menos!!! Los adultos también necesitamos abrazos. Nos demostramos el afecto con caricias, con besos, con miradas, con palabras cariñosas. Nunca dejamos de necesitar este tipo de comunicación”. Cómo crear vínculo Poner al bebé al pecho, acunarlo, amamantarlo, acariciarlo, hablarle suavemente, sonreírle, cuidarlo, protegerlo, son actitudes que promueven la experiencia del vínculo. Los investigadores de estas temáticas, consideran que el factor más importante en la constitución del apego es el contacto físico positivo -expresado por las actitudes mencionadas anteriormente- ya que éste causa respuestas neuroquímicas en el cerebro que permiten que los sistemas cerebrales responsables del apego se desarrollen normalmente. Durante los tres primeros años de vida el cerebro alcanza el 90% del tamaño adulto y coloca en su lugar la mayor parte de los sistemas y estructuras que serán responsables del funcionamiento emocional, conductual, social y fisiológico para el resto de la vida. Por eso las experiencias de vinculación repetitivas durante la infancia proveen una base sólida para futuras relaciones saludables. Por el contrario, la inconsistencia del vínculo emocional o la falta de satisfacción de estas necesidades básicas de sostén, afecto y reconocimiento, generan conductas de ansiedad y desconfianza de los bebés hacia sus cuidadores. Los bebés pueden reaccionar a esta situación de múltiples maneras, que influirán ciertamente en la consolidación de un modelo de vinculación que luego harán extensivo al resto de sus relaciones. Que los niños se queden quietecitos en la cuna, que duerman toda la noche, que se valgan por sí mismos, son conductas que fomentamos para comodidad de los adultos, pero no son evolutivamente normales para niños pequeños. Si nuestros hijos pasan largas horas en compañía de extraños, ensayan intentos de enfrentar el mundo lejos de los brazos de mamá, hacen lo posible por dormirse en su cunita, están haciendo el máximo esfuerzo para acomodarse a un mundo adulto que dispone de pocos instantes para conectar con ellos. Son ellos quienes, a pesar de su pequeñez y su inmadurez, están sosteniendo nuestras necesidades, y aceptan sin rencores que en nombre de las buenas costumbres, les tildemos de caprichosos y malcriados. “CUANDO NOSOTROS ESTEMOS MENOS OCUPADOS, ELLOS ESTARÁN DEMASIADO GRANDES…” Lic. María Paula Cavanna. Psicóloga y fundadora de UPA Nota extraída de Mucho Mamá, blog que recomiendo visitar!

lunes, 4 de abril de 2011

BENEFICIOS DEL COLECHO

Siempre vale la pena seguir informándonos sobre colecho...

El antropólogo James Mackenna de la Universidad de Indiana, EEUU, publicó dos estudios en 1997 en el Pediatrics.

Controló con monitores en laboratorio el sueño de madres dormidas con sus bebés. Se trataba de establecer las diferencias entre los bebés solitarios y los que dormían acompañados. Se registraron las ondas cerebrales (EEG), los movimientos de los ojos, el mentón, tono muscular, la respiración y el ritmo cardíaco. Los movimientos de ambos se registraron mediante una cámara de infrarrojos. Los resultados fueron asombrosos: madre y bebé cuando duermen juntos están sincronizados, los movimientos y la respiración de cada uno afectan al otro.

Durante el sueño los bebés tienen un patrón diferente al de los adultos. Los bebés presentan más y mayores períodos de sueño ligero llamado REM con movimientos rápidos de los ojos, (en inglés Rapid Eye Movement) Hay cuatro niveles diferentes de REM numerados del 1 al 4. El sueño profundo se produce en los niveles 3 y 4. Los bebés pueden pasar por episodios de apnea que pueden durar hasta 15 segundos pero, si el mecanismo automático de la respiración no se dispara, el niño se despierta y reinicia su respiración sin problema alguno. Esto es fácil si se encuentra en un período de sueño ligero por ello los bebés no duermen profundamente como los adultos. Necesitan estar alertas para mantenerse vivos.

Según Mackenna el roce, el movimiento, el sonido de la respiración, la temperatura, el intercambio de gas carbónico y las vocalizaciones del sueño del acompañante del bebé ejercen una influencia positiva.

La sincronización entre los ciclos de sueño mamá-bebé cuando duermen cerca y comparten la misma cama aumenta la presencia de fases REM en ambos incrementando así la alerta de la madre y la sensibilidad del bebé a cualquier movimiento de su madre ayudando a disminuir y corregir los episodios de apnea. El SIDS se presenta más en niños varones, con peso inferior al normal, prematuros, y entre los tres y cuatro meses de edad.


Resultados

Estudios científicos demuestran que el contacto cercano durante el sueño entre el bebé y sus padres tiene beneficios que incluyen: despertares sincronizados entre ambos, una mejor estabilidad cardio-respiratoria y oxigenación de los niños, menores episodios de llanto, mejor termo-regulación y mayor prevalencia y duración de la lactancia. Está científicamente demostrado que la lactancia materna por sí misma es un factor de prevención del SIDS. Al facilitar la lactancia materna el colecho ayuda a prevenir el SIDS. El colecho en sí mismo, al sincronizar los ciclos de sueño madre/bebé, así como dormir en la misma habitación que los padres previene el SIDS. El colecho no aumenta la incidencia de SIDS salvo quizás en circunstancias muy especiales (madre que fume durante el embarazo y en presencia del bebé, estar dograda...)

Conclusiones

Es importante que las madres reciban información adecuada que les permita tomar decisiones conscientes y responsables sobre la crianza de sus hijos.

Por ello deberían ser informadas de las medidas preventivas del SIDS y de los factores de riesgo potenciales; de las ventajas del colecho y de lalactancia prolongada siguiendo las recomendaciones de OMS/UNICEF.

Los bebés no están capacitados para dormir solos hasta que están madurospara reaccionar ante un fallo respiratorio durante la fase de sueño profundo.



El sueño en las distintas culturas

La incidencia más baja de SIDS ocurre en los países asiáticos, especialmente en Japón y Hong Kong donde el colecho está incorporado culturalmente desde antaño. También mencionar la baja incidencia del SIDS, respecto al resto de la población, en algunas áreas de Londres habitadas por inmigrantes de Bangla Desh, los cuales continúan con la costumbre de realizar colecho.

Las autoridades de Nueva Zelanda recomiendan oficialmente que, al menos durante el primer año de vida, los niños duerman en la habitación de sus padres, aunque sea en su propia cuna, a partir de los estudios realizados por Mitchell y col. (Lancet 1996; 347:7) que muestran una clara reducción de SIDS en relación con el colecho.

La tasa mayor está en Estados Unidos: dos de cada1000 nacidos con vida (casi uno por hora), uno de los países occidentales más reacios a la práctica del colecho.


El medio y el ambiente de crianza podrían tener relación con el SIDS

En los últimos cinco años el simple acto de cambiar la posición del niño para dormir ha disminuido significativamente la proporción de SIDS. En un principio los expertos decían que era conveniente poner al bebé boca abajo a fin de que no se ahogara con su propio vómito. Pero la baja incidencia del SIDS en relación con la posición supina aconsejó que los padres acostaran al bebé boca arriba. El cambio fue espectacular. En Reino Unido reducción del 90% entre1981 y 1992; en Holanda, Australia y Nueva Zelanda la reducción fue de un 50%. En EEUU menos porque este cambio ha sido menos publicitado y menos aceptado. Al contrario dela postura boca abajo, la postura boca arriba o de lado favorece el aumento delas fases de sueño ligero por lo que es más fácil que el bebé se despierte después de un episodio de apnea.

La posición del bebé puede influir y nos ayuda a explicar por qué las culturas no occidentales están menos afectadas por el SIDS. En estas culturas los bebés duermen con la madre y maman a voluntad durante la noche. La investigación de Mackenna ha demostrado que, cuando la madre acuesta el bebé con ella, siempre lo pone boca arriba. Esta posición le permite darle el pecho y vigilarle con más facilidad; además el bebé se mueve con mayor libertad. La alimentación materna, por sí sola, también protege contra el SIDS, porque la lactancia nocturna frecuente combate la hipoglucemia y asegura que la madre esté atenta. Naturalmente las madres no eligen la posición supina porque evite el SIDS, sino porque les parece natural.

Algunos estudios han demostrado que el colecho puede ser una práctica que puede aumentar la incidencia de SIDS pero sólo en determinadas circunstancias como son:

* Que la madre sea fumadora y haya fumado durante el embarazo.
* Que los padres hayan consumido alcohol o drogas.
* Que el colecho se produzca en condiciones de hacinamiento.

Es difícil globalizar el concepto de que el colecho sea una práctica peligrosa cuando se realiza culturalmente en la mayoría de comunidades del mundo, con excepción de los países industrializados, donde comenzó a discontinuarse en los últimos 200 años.

El antropólogo James MacKenna, en dos estudios publicados por él en el año 1997, comprobó que los bebés que realizan colecho con su mamá duplican el número de veces que se amamantan por la noche, en relación a aquellos bebés que no lo hacen, llegando a prolongar el tiempo de lactancia hasta en un 40%.

Estos estudios colocarían la práctica del colecho como factor de prevención del Síndrome de Muerte Súbita infantil, por impactar positivamente en la lactancia materna.


Estudios de adultos en coma o de gemelos primerizos han mostrado que la presencia de otra persona en la habitación o de su hermano en la incubadora mejora significativamente el ritmo cardíaco y la presión sanguínea. También se cree que durante las primeras semanas de vida del bebé, su ritmo respiratorio no es suficientemente maduro y es frecuente el caso de apneas. Si la madre duerme a su lado, además de amamantarle más y mejor, se establece un vínculo tal que los ciclos de sueño de ambos se sincronizan, de manera que a menudo la madre se despierta unos minutos antes de que el bebé


En un congreso de la Asociación Americana para el Avance Científico, se comentó la relación física entre los niños con problemas de estrés y las disfunciones de personalidad en la edad adulta. Los niños que se dejan solos para dormir y no se toman en brazos para confortarlos pueden crecer con desordenes postraumáticos y problemas de personalidad, dijo el Dr. Michael Commons de la Escuela Médica de Harvard, según un estudio realizado por él y sus colegas. La idea de que los bebés necesitan contacto físico no es innovadora. Por eso, cada vez se dejan menos que lloren a sus anchas (para ensanchar pulmones, como decían las abuelas). Pero estos investigadores dijeron que se está empezando a encontrar evidencias de cambios físicos cerebrales causados por el estrés durante la infancia.


"En una gran mayoría de culturas, los hijos duermen con sus padres", dijo el Dr. Commons en su ponencia. "Para un bebé, dormir solo es muy estresante. Lo vemos claramente porque los bebés lloran." Los científicos han encontrado niveles mucho más elevados de la hormona del estrés, la cortisona, en bebés que lloran. El Dr. Commons sugiere que la constante exposición al cortisol en la infancia, causa daños físicos en el cerebro. "Hace que se sea más sensible al efecto del estrés, que aumente la incidencia de enfermedades mentales, y que resulte mucho más difícil sobreponerse", comentó el Dr Commons. "Estos cambios son reales y no desaparecen con el tiempo."


En occidente, se espera que los niños sean autosuficientes y que se las apañen lo antes posible. "No tienen los recursos emocionales para encontrar consuelo y la experiencia se vuelve insoportable", dijo el Dr. Commons. "Se ensalza el individualismo y la imposibilidad de resolver situaciones estresantes es causa de burla y desprecio. El apoyo ante el fracaso y las respuestas emocionales al estrés no forman parte de nuestra cultura."


Otras culturas enseñan a los niños a acercarse a los demás cuando el soporte emocional y físico es necesario. "Los niños duermen tocando a sus padres", dijo. "Son transportados en contacto con sus padres o de otro miembro de la familia." Especialmente los bebés menores de 8 meses deberían dormir con sus padres y tener un adulto cerca todo el día para que les conforte y les proporcione seguridad.


El Dr. Commons citó teorías que afirman que tal soporte constante hace que los niveles de cortisol sean menores, lo que contribuye a que las estructuras corticoides del cerebro se desarrollen mejor. Dijo que muchas enfermedades mentales como las fobias, ansiedad, narcisismo, violencia y depresión, en aumento en países industrializados, apenas existen en sociedades más primitivas.


El Dr Commons asumió que todavía no se dispone de pruebas concluyentes de su teoría, a pesar de que se están llevando a cabo ensayos para mostrar qué estructuras del cerebro funcionan en los casos de estrés.


Mencionó, asimismo, que los padres deben meditar con mucho cuidado cómo tratan a sus hijos. "Yo creo que los niños deben ser acariciados, abrazados y besados", dijo, "los bebés en los centros infantiles no deberían ponerse por separado a dormir en sus cunas, sino dejar que se toquen."


Referencias: Harvard Researchers Say Children Need Touching and Attention

lunes, 28 de marzo de 2011

Obediencia o sentido común

Tenemos muy arraigado el concepto de obediencia, porque casi todos quienes somos adultos hoy, hemos sido criados en base al sometimiento a los deseos o necesidades de alguien más poderoso. El más débil obedece al más fuerte que emite órdenes sobre cómo vivir, comportarse, comer, dormir o relacionarse. Si hemos obedecido como corresponde a los mandatos de otros individuos -generalmente nuestros padres- es posible que nos hayamos acomodado desde muy pequeños a sus necesidades o su moral y por lo tanto hemos obtenido beneficios. El más importante es haber sido aceptados. Hasta ahí, las cuentas dan bien. Sin embargo, hay algo sutil que sucede mientras somos niños, que es imperceptible pero opera a cada instante, que es la pérdida de nuestro pulso básico mientras hacemos grandes esfuerzos para adaptarnos a la modalidad de los mayores. Se desvanece esa voz interior que nos guía y que nos hace únicos. Extraviamos la autenticidad para situarnos en este mundo, en armonía con “eso que somos”. Y así perdemos sin darnos cuenta, el sentido común, que en nuestra sociedad es el menos común de los sentidos. Nos quedamos sin esa brújula interna que nos alumbra para indicarnos lo que nos compete y lo que no, lo que nos hace bien o nos hace mal, lo que encaja con nuestra personalidad o lo que nos lastima. Después de años de esfuerzos para acomodarnos a aquello que les conviene a los demás, hemos dejado de ser convenientes para nosotros mismos. Entonces estamos en peligro. En primer lugar, porque nuestros padres -mientras no sean molestados- no registran que haya algún problema. En segundo lugar, porque el rencor, la soledad, la rabia y el desamor crecerán en nuestro interior, y alguna vez ese cúmulo de sensaciones negativas, explotarán. Desde el punto de vista de los adultos, imponemos a nuestros hijos obediencias desmedidas y alejadas del ser esencial de cada uno de ellos, perpetuando un desastre espiritual colectivo. Tengamos la humildad de no pretender que nadie nos obedezca. El único que debe ser obedecido, es el corazón. Laura Gutman.